01 mayo 2008

Llança

El domingo y lunes pasados estuvimos en Llançà, un pueblo en el norte de la costa brava. La mayoría de los que llenan el lugar durante los meses de verano son los franceses, por la cercanía, claro. Al final de abril el pueblo está prácticamente vacío. Especialmente cuando se trata de domingo y lunes que ya están todos trabajando. Así que llegamos hacia el mediodía de domingo y el día fue magnífico. Había un sol con un poquito de viento pero se sentía casi verano. Tuvimos la gran ventaja de tener una casa donde dormir con los perros (que si no hay que dormir en Francia, ahí dejan que entren los perros a todos los sitios).

Después de dejar todo lo que hemos traído (no mucho) en la casa, bajamos a la playa que estaba a 3 minutos caminando. Vacía! La playa estuvo vacía! Quedaban unos franceses y un niño por ahí pero ya esta. Para los que no conocen Llançà o la Costa Brava, la playa o las playas son calitas y más calitas así que alguna siempre queda libre en esta época del año. Los perros jugaron con una pelota que hemos traído (venimos preparados!) y después decidimos hacer la Cami de ronda, el camino paralelo a la playa, el paseo marítimo digamos solamente que a veces está más o menos salvaje. Hemos ido hacia el mismo pueblo así que no tardamos mucho y acabamos en un bar de tapas- nada bueno. De ahí seguimos a la playa siguiente que ya es una entrada más importante y donde hay un parking de barcas. El Vito, al ver el mar, se vuelve loco, corre hacia la orilla y espera. Espera que le tire algo para poder entrar al mar y buscarlo (una piedra también vale, él sólo quiere nadar). Entonces cada vez que llegamos a una playa pasó igual y los dos bichos tenían que jugar. Para nosotros no fue ningún sufrimiento, es graciosisimo!
Al final fuimos a comprar algo para tener en casa por la noche (cervezas por ejemplo y chocolate) y con una pizza para llevar fuimos a la casita.
La noche comenzó con el backgammon. Fue un regalo de Navidad que no hemos utilizado. El Bonito me lo compró para que le enseñe como se juega. Así que le enseñe. Y después él me ganó dos veces. Vaya, es que le salieron los dados muy bien... Después nos quedamos con la cerveza y la tele. Que triste, la tele. Pero es que si nos relaja que más da?
El lunes empezó hacia el mediodía (hemos venido a relajarnos!). Otra vez fuimos a la playa y con el cami de ronda que va hacia Port de la Selva, el pueblo siguiente. Este camino es más largo y en él nos dimos cuenta del gran sueño que es tener una casa en la playa. Hay unas mega casas por ahí muy cerca a la orilla o en las rocas encima. Increíble!! Pero final, la parte más bonita fue la más salvaje, done no había ninguna casa. Este paseo fue perfecto. Los perros olieron todo! Corriendo de un lado a otro, libres, sin tener que estar atados. He pensando que tal vez es lo que disfrutan más. Les gusta jugar pero se les ve una ansiedad y una concentración que parece un trabajo (el de cazar) para ellos. Así corriendo con nosotros le hará sentir más como una camada que va hacia un lado, en un ambiente natural con muchos bichos que mueven y plantas que se puede comer.
Después del paseo dejamos a Llançà y fuimos al monasterio San Pere de Rodes. Es que no hay palabras. El monasterio está en las montañas que están justo frente al mar. Es decir que los monjes podían mirar hacia un lado y ver el mediteránero y girar la cabeza y ver montañas verdes y gigantes. Es que estar ahí, en medio de una mar verde de montañas altas y por otro lado mirar hacia el horizonte que acaba en un gran azul es una experiencia espiritual. De repente, el sentimiento de que todo gira alrededor del hombre se ve tan ridículo. Es que ahí el hombre es nada, es igual a una hormiga o una flor amarilla de ahí (la mayoría de las flores en toda esta zona eran amarillas o rosas-lila). Nada. Nadie. Tal vez somo más inteligentes de los otros animales para el planeta, la tierra, la naturaleza es el animal más inteligente de todos. El que sobrevive y puede expulsar los virus. Casi como nosotros, solamente que nuestro límite es más estrecho que de la tierra.
Al bajar las montañas ya empezó a hacer más fresquito y se veía la lluvia en la costa que se sabía que íbamos a encontrar. Pero ahí, en el coche, con los perros dormidos, sin ver nadie más (la carratera estaba vacía) buscando algo por la radio, lo único que hemos encontrado fue una emisora de música clásica. La música y el paisaje me han hecho entender, por unos minutos, nada más, la experiencia del sublime. Es que muchos filósofos han hablado de lo sublime pero solamente ahí, entre el verde, el azul y la música he sentido esta felicidad y este gran satisfecho dentro de mi. Tal vez la idea de que la naturaleza es más fuerte no me inquieta sino me relaja. Nosotros no hacemos nada bueno. La música? Bueno, fue un programa dedicado al compositor Enrique Granados (gran sonata para piano y violín) y después, sin decir nada empezó La cabalgata de la valkirias de las valquirias de Wagner. Otra vez Wagner... si, pero es que esta pieza es maravillosa....

Al camino de vuelta ya llovió de verdad. Mucho. Pero dentro del coche no tuvimos ningún problema. Los perros cansados durmiendo, nosotros con la música (ya no clásica) tranquilos. Ni hemos hablado. No hacia falta. Eran los últimos minutos de dos días mágicos, los últimos minutos de verde y más verde y silencio y aire limpio.

Después ya subimos a la autopista para llegar no muy tarde a la ciudad.

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